Thursday, May 15, 2008

VIAJE TOTALMENTE SATISFACTORIO


Muchos creen que fui a visitar Vancouver, la verdad es que fui a ver a mi hermano. No importaba el espléndido día, la vista magnifica del imponente mar. Tampoco era relevante los bellos sonidos que Stanley Park nos regalaba. Nada podía compararse al hecho de estar ahí con Diego, jugando los dos como cuando vivíamos en aquel 203, como cuando eramos niños y no nos imaginábamos viviendo a tanta distancia. Aún así quisiera dejar por escrito algunas otras cosas que hice en Canada, además de ver a mi hermano.

Despegué a las 7 de la mañana con destino a San Francisco. Curiosamente Diego se encontraba en esa ciudad en ese preciso instante, pero la intención no era alcanzarlo, simplemente así había encontrado el mejor intinerario para volar. Por fortuna (y gracias a que no registré ninguna maleta) pude subir en el vuelo anterior al originalmente planeado. Esto permitió que mi hermano, que ese día también llegaba de S.F. Sólo tuviera que esperarme media hora... desde ahí todo comenzó a salir bien.

Al salir de la aduana Diego ya me esperaba con una sonrisa, después de un afectuoso y tan ansiado abrazo me dijo que había pedido los siguientes días de vacaciones, pero que era necesario que en ese momento fueramos a su oficina. Lo cual me pareció formidable ya que me moría de ganas de conocerla. Después de comprar unos chicles (que me duraron todo el viaje, ni un día más, ni uno menos) para conseguir cambio abordamos un camión con rumbo al Downtown, minutos después me encontraba con todas mis chivas caminando por las calles de Vancouver.

Antes de llegar a nuestro destino decidimos comprar algo de comer en uno de los restaurantes donde D. suele comer. Me decidí por la comida griega, tomamos las proviciones y seguimos adelante. Al llegar a la oficina quedé maravillado, no es que sea bellísima ni muy sofisticada, pero se percibe un gran ambiente quizá sea porque también la gente es super alivianada. En el comedor devoramos nuestros alimentos mientras nos actualizabamos de los hechos más relevantes de la vida. Depués subimos al piso siguiente, donde está su lugar. Me presentó a varios de sus compañeros, algunos de los avances del proyecto en el que trabaja y me permitió revisar mi correo mientras que él arreglaba un asunto con Karen, la chica de recursos humanos. Pensé que quizá mi visita lo había metido en problemas... auch.

Llegó la hora de ir a la casa de los enanos (ja!). Y curiosamente Rodrigo, el otro enano, estaba llegando justamente a la misma hora que nosotros. Después de entregar todos los saludos que le correspondían subimos a conocer su guarida. ¡Wow! El lugar realmente es pequeño. ¿Y donde está su cuarto? pregunté yo con interés mientras estaba parado en su sala... me respondieron al señalar una especie de closet en el cual se guardaba la cama. Pero no me malentiendan el lugar es increíble, el tamaño se te olvida con sólo echar un vistazo por el balcón. Y si consideramos lo bien úbicado que está y las hermosas calles de las que está rodeado el lugar es un sueño.

Sin perder mucho tiempo nos arreglamos para ir a caminar y aprovechar el buen tiempo. Rodrigo nos llevó por unos helados... que delicia! Caminamos un poco más para llegar a la playa y los disfrutamos junto al atardecer, pero eso no era lo único que Diego tenía planeado para ese día.

Con el supuesto pretexto de llevarme a cenar a un lugar muy especial Diego me hizo subir al metro... si había de ir tan lejos suponía que la comida era exelente. Pero para mi sorpresa al salir de la estación nos recogió Karen (¿recuerdan la chica de recursos humanos?) para llevarnos a un auténtico partido de hockey local en el que ella era portera! Ver un partido de la NHL hubiera estado bien... pero esto era realmente genial. Desgracidamente el equipo de nuestras amigas (The incredibles) no ganó, pero sin duda fue una gran experiencia. Ya cerca de la media noche regresamos a nuestro hogar para descansar porque esto apenas había sido el primer día de un gran viaje.

-to be continued-

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