Las
personas más importantes de nuestra vida, llegan en el momento más inesperado.
Cualquier mañana de un fin de semana, justo después de hacer algo tan rutinario
como ir a jugar un partido de tocho.
Muchas
de esas personas llegan en una especie de “Fade in”- léase – poco a poco. Las
vas encontrando de ocasión en ocasión hasta que se van ganando un cachito de tu
corazón.
Pero
otras llegan y le dan la vuelta a todo tu mundo, como tú, que llegaste
anunciado en una carta dentro de una botella.
Te
agradezco por lo que ya has hecho por mí, pero te agradezco más por todo lo que
sé que harás. Serás un motivo más para hacer las cosas mejor, para convertirme
en alguien que te llene de orgullo, para volver estudiar matemáticas o aprender
cosas nuevas, tal vez aprender ballet o ser un fanático del beisbol. Gracias
por todas las sonrisas que multiplicarás en mi boca. Por prestarme tus ojos
para maravillarme del mundo como si fuera la primera vez que lo conociera.
Hoy
apenas sabré si eres él, o eres ella. Y no sabes lo mucho que me ha emocionado
eso toda la semana.
Te doy gracias por cambiarme la vida al darme
una “promoción” familiar. Te juro que a cambio seré el mejor padre que pueda
ser.